sábado, 4 de agosto de 2007

...y fuego.


Niños, sí.

La actual primera potencia mundial, la cuna de electores del pistolero más mortifero del Far West (con residencia en Washington), la mayor factoría de felicidad hedonista… Está poblada por niños.

Es propio del ser humano odiar a quien manda, pero es obvio que odiar a un niño resulta bastante infantil. Y eso, aplicado a mi situación, me jode.

Aún más cuando parece que comienzo a entender la maquinaria de todo esto, aunque ni de lejos sabría como solucionarlo. Y me falta paz mental.

Espero que Dios, en un futuro, me eche una mano de esas que tanto le sobran (según dicen mis compañeros al otro lado del charco). Aunque personalmente lo dudo, pues sentiría una profunda envidia si le robo a tanto fiel de su corral particular.

Yo, que he pisado una iglesia más grande que muchas clínicas locales (¡Cúrame el alma!), y me he rodeado de niños con canas que pedían perdón para no necesitar Valium esa noche (¡qué visual Akira!), que he presenciado un augurio del futuro más lejano, en el que no se anda ni para dar una vuelta ( De los Supersónicos al vidente )… Creo que quiero bajarme con Mafalda.

La sociedad del remordimiento, las contrafuerzas del placer desbocado, el control que a tantos nos ahogó viendo Matrix… Existe.

Pepsi y McDonalds plantan la semilla del dólar en cada cabecita, trabajando para consumir; mientras Dios y la prensa sensaciolanista se encargan de vigilar y podar la cosecha de dinero mensual. Tal cosecha, tal rebaño, los ignorantes y felizmente autodenominados Harvest of the Lord, Lambs of God, son balas brillantes en el revólver del jefe. Votos controlados, máquinas de sangre caliente, ganado rayado que infla las arcas del antirreino más principesco.

Y es que ésa es su política de triunfo, así se mantiene a flote este transatlántico, arrojando por lastre toda posibilidad de autonomía cultural en cada individuo, e izando por bandera el somnífero más alienante de nuestro siglo: la Publicidad

Y en las altas esferas, Panem et circenses. Reconforta saber que los romanos no se equivocaban:

Si el niño quiere seguridad, dale un enemigo. Demoniza al negro, para evitar que progresen y rediman todo su viejo continente. Pues ellos trabajan para nuestras grandes firmas, y en esclavitud sigan por los siglos de los siglos.
Sin embargo, esto suena muy violento para los clichés cristianos. Y hay que limpiar la conciencia de los ciudadanos libres: Traemos pastores africanos a la Iglesia, y tras oír sus sermones, enviaremos dos dólares de nuestro sueldo a países que luego explotamos (sin saberlo). Y usted puede eliminar todo su remordimiento por el precio de una cerveza.

Si el niño quiere diversión, la televisión manda. Dale tantos canales que se pierde buscando el programa, que se crea colmado de posibilidades en un mar de información, reconfortado viendo a sus patriotas ganando todos los concursos habidos y por haber. Quítale los libros que se apartan de lo que conviene. ¿Cómo? Precios altos y secciones apartados. Jamás se censura ni se prohíbe en este suelo, ni siquiera los libros (Mal de Males), pues es el hogar de los libres y los valientes. Y ésta es la tierra de las oportunidades. Aunque las de encontrar un buen libro en un Wall-Mart, donde todo es posible, sean de un 0,1 %.
Y mientras buscas, sus estantes los ocupan libros de corte televisivo, y revistas, y biografías de personajes del mundillo. Para comprender la ambientación de todo, para dar a entender que, si es todo igual, es mucho más cómodo no tocar el papel y mejor coger el mando. Un círculo maravillosamente trazado.

Si el niño llora, dale de comer:
Junk food es poco para la dieta más insana del globo. Y es que se engorda a todo ganado para mantenerlo feliz. Pizza y burger: al niño la comida de niños.
Y si quieres cocinar, si quieres probar el alcohol, las drogas blandas, el sexo, si quieres seguir el camino común de todo adolescente… Dios se encarga de que el niño sea niño hasta los 21.

Arruinando toda posibilidad de crecer, de ver mundo. Con un sistema educativo que impedirá reorientar tu carrera profesinal, pues una vez hundido en la mierda de un graduado inferior, no hay argollas para subir a la superficie.


Todo este despliegue de medios arruinaría cualquier arca, pero País del Señor piensa en todo. Al tiempo que, como siempre, mata dos pájaros de un tiro (no en vano son suyos los Winchester).

Se necesita dinero. Despierta en sus cerebros la única autonomía útil. Desde el mercadillo dominguero a la limonada, el vecino más común ve dólares en toda escena cotidiana. La ambición ha sido la cualidad más traicionera para el hombre a lo largo de la historia, todo Imperio ha caído por ella. Y es perfecto saber explotarla.

En un sistema educativo donde el éxito es popularidad, donde los competitivos buscan el éxito en el deporte, donde el saber es de nerds y geeks.

Y quien se salga del rebaño, quien tenga los medios económicos y la resistencia mental para ello, será golpeado por la política estatal de progresismo manipulado.

- Ayuda a tu vecino (respetando costumbres ancestrales), y sus vecinos en América del sur se han muerto (y mueren) de hambre con bloqueos económicos.

- Sé libre, porque la liberdad es un don innato en el ser humano, y enrola nuestras filas para quitársela al demonio infiel del desierto. Pues él tiene el petróleo que te dará la tuya.

Y si dudas de su condición demoníaca, tranquilo, te aseguro que él profesa una religión donde se ciega la mente (¿No te suena?) y en la que se maltrata a las mujeres. Y así, matándolos, puedes limpiar tu conciencia, la conciencia del que habita el país con más alto índice de violaciones.

- Sé autónomo. Celebra tu independencia en el sarcamos más grande de la Historia. Viste los colores de tu uniforme patriota de reo mental, devora el rancho que te enviará a programas de adelgazamiento y celebra tu fiesta.

Señores, esto es América.



1 comentario:

Anónimo dijo...

Y si el fuego se propagara lo suficiente, se convertiría en polvo.