domingo, 30 de septiembre de 2007

(pequeño y a la izquierda) Callejón sin salida


No sé cómo hacer cuando sólo sé solucionar problemas hablando.

Y es ése precisamente el problema.

Vaya ineptitud para encontrar soluciones.

Archivando y cerrando el fichero, nunca sabes cuántas hojas puede llegar a aumentar ahí dentro.

Y sigo sin saber para quién sangro y quemo cosas. No será para tanto (todo).

martes, 25 de septiembre de 2007

Interés compuesto


Dos entradas al día (sin ningún tipo de esperanza o afición por los inexistentes lectores, a juzgar por las apariencias) dicen más de lo que puedo llegar a escribir con mis dedos.

P.D.: ¿ Y mañana, qué?

Las flores del mal


Últimamente me siento Torquemada entre tanto rojo fuego, menos mal que yo no me oculto tras falsas creencias.

De niños hablé, y no es fortuito, porque en los niños mejor que en los adultos se ve cualquier aspecto de la naturaleza humana. Y será casualidad que un amigo viniera a relatarme un suceso sobre niños, curiosos niños que juzgo así por la claridad con la que vi ciertos aspectos de la naturaleza, quizá infrahumana en este caso.

Como ya dije, auténticos chavales. Pese a sus bien llevados diecisiete años.


Por otro lado, está el mundo empeñado últimamente en que me inmole frente a algún símbolo idealista o cometa algún genocidio con fines humanitarios. Radicalmente hablando.

Porque me las está poniendo putas.


Y es que donde se acentúa la competitividad, disminuyen los valores de la democracia. Y es aquí donde, en este profundo sarcasmo, entra el grupo de orgullosos jóvenes bachilleres. La flor y nata, aseguran sus profesores, de la sociedad actual.
Estudiantes esforzados que aman el saber por encima de todo, y se abanderan de actitud crítica para elaborar sus pensamientos.

Presumen de amor a la filosofía y la ciencia, y golpean sus bases día a día. Hora a hora, prácticamente.

Es un augurio poco favorable contemplar a críos de diecisiete años pisotearse por éxito personal. Y esto se repite año tras año: jóvenes pertenecientes a un modelo de Bachillerato cuasieletista, cuanto menos avanzado, presuntas figuras importantes sino dirigentes en el futuro de nuestro país.

Estos chavales encubren bajo la capa de una falsa amistad de dos años la realidad de un interés claro: el triunfo personal a toda costa. Pero incluso sin sombra, al aire y a la vista de todos, hay puñaladas.

Y nos quejamos de que no existe la justicia social. La realidad de justicia social no existe porque ni siquiera existe en los corazones de estos geniecillos de papá, que debieran llevar en sus mentes toda la materia necesaria para ser Ilustrados hijos de la Revolución.

Sólo generan desprecio muto, aunque a mí lo que me provocan es PENA.

Creo firmemente que los jóvenes que viven hoy y aquí no miran a sus mayores para aprender de ellos, a menos que estén en un libro de texto y sus vidas se condensen en una decena de palabras en negrita. Creen con sus símbolos y sus iniciativas heredar el liberalismo y el progresismo de gobiernos pasados, y no son más que el reflejo del capitalismo más encarnizado.

La libertad es un bien preciado, pero en manos del hombre actual sólo conduce a la desigualdad más cruel que existe. La desigualdad en la impotencia. Y esto es algo que los pequeñines enriquecidamente embrutecidos no parecen entender.

domingo, 23 de septiembre de 2007

Fiestas PCE 2007


Arde la ciudad que visito, y es que…

El PCE es un partido diferente. Aúna a jóvenes y adultos de toda condición, los hermana bajo la bandera comunista uniéndolos en la igualdad de sus ideales. Los integrantes de este partido luchan por una sociedad justa, equilibrada, sin desigualdades sociales que fomenten el abuso de los explotadores.

Su ideología es su estandarte, y mano a mano se unen en cada convocatoria, tras cada manifiesto, durante cada manifestación. Luchan unidos por conseguir pasa su país un modelo social sano y verdadero. Y en sus corazones sólo gritan las voces de aquellos que murieron por algo así.

Ellos no permiten la alienación del ser humano bajo un sistema económico capitalistas, porque son ellos los hijos bastardos del capitalismo, descendientes intelectuales del mismísimo Marx. Ellos son el futuro.

Porque son del Partido, y porque son verdaderos camaradas.

Y en sus fiestas, sólo ellos, gloriosos integrantes, revientan las vallas de su propio partido. Enjaezados como rocines con cadenas brillantes y brillantes cráneos también, golpeando con sus botas el recinto de su partido. Por una sociedad justa y equilibrada.

Y cuando cae el Muro, como almas independientes todos se unen en una maraña enloquecida que contra voluntarios de su propio partido se agolpa. Y ambos gritan insultos que sólo ellos pueden intercambiar, porque son camaradas.

Se anula la mente. Porque no hay atisbo de coherencia en quien golpea con porras a adolescentes a los que ellos mismos han firmado solicitudes de ingreso en el PC.
Y tampoco lo hay en quien, con la estrella en su pecho, increpa a quien le impide robar al PC, PC que venera en sus gritos de puño en alto, PC que está robando con cada intento de colarse.

Y es que jamás olvidamos nosotros la fraternidad que nuestro ideal nos brinda.

Ni cuando los pasamontañas y los tassers hacen olvidar que uno está ahí para preservar el buen rollo de la fiesta, no para zurrar a punkies con los que te codeas al salir de allí.

Ni cuando las botas y el bolsillo vacío te hacen destrozar lo que tú mismo has ayudado a organizar coreando los mítines de los representantes del Partido.

Glorioso.

Y sobre el escenario, cuatro grupos tocan entretanto. Porque, de sus letras, sólo hay que sacar lo justo.


Hoy me he levantado he visto destrucción
he bajado al parque y solo hay dolor
hoy no sale el Sol, sólo hay destruccion
Inés, Inés, Inesita Inés
Hoy no sale el Sol, sólo hay dolor
Estoy sola en casa, en mi habitación
donde están mis padres, qué se les llevó,
hoy no sale el Sol, sólo hay destruccion
Inés, Inés, Inesita Inés
Hoy no sale el Sol, sólo hay dolor
Inés, Inés, Inesita Inés
Así es el cinismo de la humanidad
cedieron el futuro a la industria militar
hoy no sale el Sol, sólo hay dolor
Inés, Inés, Inesita Inés
hoy no sale el Sol, sólo hay destruccion
Inés, Inés, Inesita Inés
El mundo en que vives es irracional
nada les importa y es muy tarde ya
es muy tarde ya para cambiar
Inés, Inés, Inesita Inés
es muy tarde ya para cambiar
Inés, Inés, Inesita Inés
Un día llegara mi oportunidad
trabajo por un mundo al que tengo que cambiar
lucho por la paz y la libertad
Inés, Inés, Inesita Inés


Y la paz, y la libertad, se pelean diez metros por delante de los gritos del cantante. Donde vuelan las botellas y los trozos de andamio se estrellan sobre la improvisada barricada de cubos de basura.

Y siguen cantando

Somos estudiantes de esta universidad,
universidad de las calles del mundo.
Estamos haciendo carrera sin más,
mendigando por nuestro futuro.

Las aulas son escombros de la gran ciudad
y en el recreo no jugamos al fútbol,
sabemos que un día esto cambiara,
cojamos el timón y marquemos un rumbo.

Somos la alternativa en este mundo tan hipócrita,
tenemos las respuestas, con nosotros no podrán.
Somos la alternativa en este mundo tan hipócrita,
tenemos las respuestas, con nosotros no podrán.

Tenemos la herencia de la corrupción,
da igual el pais, su bandera y religión.
La politica actual nos ha hundido en el caos,
somos la alternativa en este mundo a cambiar.

La vieja escuela y su antigua bandera
siguen controlando y te quieren manejar,
seguiremos luchando y también festejando,
se les echa encima su hora final.

Somos la alternativa en este mundo tan hipócrita,
tenemos las respuestas, con nosotros no podrán.
Somos la alternativa en este mundo tan hipócrita,
tenemos las respuestas, con nosotros no podrán.

Y, ni un solo integrante del grupo tiene la dignidad de dejar de tocar. De detenerse y pedir que pare todo eso antes de seguir tocando. Ellos continúan con su fiesta, pues al fin y al cabo cobran, y eso es lo que le importa al comunista actual. Al punkie actual.

Al solidario actual.


Por la Casa de Campo, por la Casa de Campo,
Por la Casa de Campo, mamita mía, y el Manzanares,
Y el Manzanares
Quiere pasar el fascismo, quiere pasar el fascismo
Quiere pasar el fascismo, mamita mía, y no pasa nadie
Y no pasa nadie.

Ciertamente creo que mintieron un poco.



P.D.: Como antifascistas y como espartanos.

domingo, 16 de septiembre de 2007

Crisálida


Renunciar a un ideal es una de las cosas más dolorosas del mundo.

No saber si el ideal hubiese sido posible, muchísimo peor.

miércoles, 12 de septiembre de 2007

Torniquete


Este blog está sangrando más de lo que debería arder, y en mi mente llena de alarmas rojas ya hay una activada para esa cuestión. Poco a poco,

porque tampoco es cuestión de tapar todos los agujeros (ojalá?) para no verlos. Y que si han muerto más mís en esta batalla que en toda la guerra, no hay venda que cubra esas bajas. Porque tampoco es ése el problema.

Un fotologgero lo solucionaría con una foto en negro y un: el verdadero problema es que a veces me late el corazón en la laringe. Pero yo prefiero hacerle un homenaje a todos los diarios de féminas, y dejarlo todo más claro.

O no.

Al menos no me hago el sueco y dejo que mi furia berserker reviente más de lo que quiero. Aunque no sé si es mordaz (sonoro), sarcástico (común) o sardónico (pedante); o todo a la vez, que así se parece más a mí. Pero me quedo muy a gusto con las palizas que me meto. Chuck Palahniuk escribió una obra maestra, para dejar en ridículo (más) a aficionadillos anónimos. Al menos yo no me odio (Best-seller oriental fijo, a ver si lo leo).


Que mi afán de probar cosas nuevas o agarrarme a lo primero que me sirva, no me sorprende. Que esto esté sustituyendo a lo que en realidad debería utilizar, creo que sí.

Sólo espero no acostumbrarme a cambiar un papel por un ser humano. En sentido figurado (¿los dos?).

P.D.: prometo quemar algo la próxima vez, que parezco hasta dolido.

viernes, 7 de septiembre de 2007

Óleo en clave de Sol (Arte)


Otro texto que nadie va a leer, una personificación del arte:

El niño se sentó en la butaca y miró a la puerta
- Ey, oíd, ¿seguro que es aquí? Ey… Ey, tenéis la puerta rota. Me he fijado en que la cerradura suena raro. ¿Hola?
Encogió sus hombros. Se encontraba comodísimo, hundido entre los cojines del asiento. Recostó la nuca sobre el respaldo y miró el techo.
La sala entera era espejos, en todas direcciones veía su reflejo. Pero eso ya lo había superado, no le importaba ser varias personas a la vez. De hecho, empezaba a quedarse dormido cuando el quicio de la puerta le despertó con un ruido.

La puerta se abrió, y una mujer cruzó el umbral. No aparentaba más de la treintena, de cuerpo estilizado y facciones suaves, se erguía ante él con un porte casi altivo. El pelo le caía sin recogimiento alguno por la espalda: una melena entre rojiza y parda, que le confundía, pues sugería ramas y hojas prendidas de los cabellos. Un vestido rojo y sencillo contrastaba con el dorado de su piel. Se sentó en un taburete que traía. Se sentó frente a él.
- ¿Eh? – Se incorporó de golpe y echó un vistazo rápido a la propietaria de esa telaraña en apariencia.- ¿Quién eres? – preguntó el muchacho.

Ella no contestó, lo cual le contrariaba un poco. Se limitó a guiñarle un ojo, y a observarle deliciosamente sentada.
- ¿Quién eres? Contesta. ¿Qué hago aquí?
No dijo nada. Ambos callaron. Él no encontraba comunicación, y su cuerpo le empujaba hacia las preferencias más importantes. Escrutó su rostro, buscando intenciones. Escrutó su cuerpo, desvelando intenciones. Pasaron los minutos en un silencio contemplativo.

- Buenas noches, nene. Me han dicho que venías a buscarme, me han dicho que querías encontrarme.
- ¿Cómo dices? – apenas podía hablar pensando las palabras, la presencia de aquella mujer le colapsaba un poco las neuronas. Ella escapaba a su razón.
- El interés es algo curioso, bombón. Tú me buscabas. ¿Qué es lo que te interesa de mí? ¿No soy demasiado para lo que tú estás buscando? ¿No estoy un poco lejos de donde pueden llegar tus aspiraciones, chiquitín?

No entendía sus palabras cuando hablaba. Se detenía en escrutar cada pliegue que formaban sus labios, en cómo rozaban sus dientes la piel al entreabrir su boca después de cada frase. Le invitaba a conversar aún más. Algo en la melodía de sus palabras le nublaba el entendimiento, y a pesar de querer escucharla, no podía. Se preguntaba qué era lo que hacía de esa mujer adulta un ser tan atrayente. Perseguía como un halcón la línea de sus piernas, hasta que ésta se perdía bajo el ramaje del vestido; buscaba qué formas podrían dibujar los lunares de su cuello, para explicar la tenaza que ejercían sobre sus pupilas; clamaba por una panorámica de su cabello, suplicaba aislar esa cascada de tonos vivos para poder percibirla con claridad, llamaba a gritos a la concentración,…

- ¿Por qué has venido? Yo estaba aquí solo.
- Llevas mucho tiempo viéndome, ¿cuánto hace que vives en el edificio? Te has cruzado conmigo miles de veces y sé que te apetecía estar conmigo a solas, mi dulce lobo.
- Yo he estado aquí solo todo el rato, y de pronto has llegado. ¡Háblame! Sé que si te hubiera visto antes yo habría hablado contigo. Estoy seguro de que lo habría hecho.
- No pienses en tu pasado, porque te equivocas, mi amor. No hay nada que pudieras haber corregido, ni pensar atrás te va a hacer entender por qué he venido hoy y por qué hoy me ves. Recuerdo que intentabas abordarme en el ascensor, cuando bajabas con tus amigos, recuerdo que un día casi me llamaste por el hombro antes de salir.

Fijaba la mirada en sus ojos. Su iris le perdía en espirales de tristeza y tiempo. Le perturbaba aquella mujer tan insinuante, a la que por otro lado no conseguía entender. Oía un rumor, oía palabras en su oreja pero no conseguía enlazarlas como mensajes lógicos.

- ¿Pero por qué no me dices nada en mi idioma, si estás aquí? Si casi te leo los labios. ¡Dime algo! – buscaba una sonrisa de entendimiento, complicidad, o incluso pena. Pero ahora ella le guiñaba un ojo: siempre conseguía fintar su lógica. Y entonces volvía a zumbar, más como miel que como abeja.
- Siempre te hablo, siempre te miro e intento que me mires. Yo te deseo a ti, yo quiero que seas mío y estés a mi lado siempre. Yo te necesito para vivir, y tú me necesitas a mí. Y lo sabes, cielo.
- Dime algo ya, porque no puedo oírte sin entenderte.

Aun así, aun sin nada, aun vacío, le perdía su cuerpo en todos los sentidos: cómo era, cómo olía, cómo sonaba, cómo se adivinaba su piel. Le perdía incluso más no entenderla. Desde luego, estaba perdido.
Ella volvió a guiñarle.

Se levantó y caminó rápido hacia la puerta. De un golpe intentó abrir el picaporte, pero ahora parecía cerrado. Volvió a girarse y se apoyó en la madera. Ella estaba en todos lados ahora. Ahora.
- ¿Qué quieres decirme? ¿Qué puedes decirme? ¿Realmente puedes decirme algo, en mi idioma, que me sea útil?
- Ven, ven conmigo y te enseñaré.


jueves, 6 de septiembre de 2007

Campeando la tempestad


Y entre espadazos, confieso:

"Yo, ilustre caballero, confieso haber conseguido sin más ayuda que mi acero y mi brazo sentirme cohibido incluso aquí, en mi dorada fortaleza, donde desearía recitar mis más negras canciones de desamor y lances personales. Donde la dama puede ser ángel y demonio a la vez. Aquí yo escupiría a mi busto cuando me desnudo de armadura para bajar a las mazmorras y conseguir una tregua con los presos. "

Y ahora, a ver cómo te desahogas, gilipollas.

domingo, 2 de septiembre de 2007

Deformando lo transfigurado.


Últimamente he venido a entender que veo el mundo con unas lentes muy mías.

O quizá, lo que he venido a entender, es que eso no es bueno para mí. Voy a dejar de hablar, a ver si así lo arreglo.