Y entre espadazos, confieso:
"Yo, ilustre caballero, confieso haber conseguido sin más ayuda que mi acero y mi brazo sentirme cohibido incluso aquí, en mi dorada fortaleza, donde desearía recitar mis más negras canciones de desamor y lances personales. Donde la dama puede ser ángel y demonio a la vez. Aquí yo escupiría a mi busto cuando me desnudo de armadura para bajar a las mazmorras y conseguir una tregua con los presos. "
Y ahora, a ver cómo te desahogas, gilipollas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario